Economía País

diciembre 22, 2008

Una visita a la Zona Libre de Colón

Filed under: Uncategorized — economiapais @ 9:03 pm

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Carlos Arturo Guisarre

Cerca de 3,000 tiendas y casi 100,000 personas trabajan en la Zona Libre de Colón, de acuerdo a estadísticas de la segunda ciudad en importancia económica de la República de Panamá.

Por años el territorio panameño ha servido de acopio para que las empresas oriundas de los países denominados tigres asiáticos (Corea del Sur, Japón, China, Singapur e Indonesia) distribuyan sus productos de forma estratégica por el resto de América Latina. Estas multinacionales tienen esta disposición a causa de las ventajas que brinda al Comercio el Canal de Panamá.

Por estas facilidades, las autoridades panameñas pudieron desarrollar una zona donde comerciantes vendan estas mercancías importadas libres del impuesto de 5% que se recarga sobre la transferencia de bienes y servicios. Como es natural, esta condición atrae compradores extranjeros, lo que supone un volumen de ventas rentable.

El realizador de Economía País tuvo la oportunidad de visitar la Zona Libre de la ciudad de Colón en el marco de un viaje personal y turístico, sólo está lleno de tiendas y a kilómetros a la redonda no hay ni un restaurante, pero sí una inmensa variedad en mercancías a bajos precios.

Queda a dos horas de la capital si toma un taxi, por lo que el viaje es rentable sólo si lleva más de mil dólares para gastar (para un servidor no fue rentable el viaje), la experiencia de ir aunque sea una vez vale la pena y es para recordar.

diciembre 6, 2008

El costo de vender en la calle…

Filed under: Uncategorized — economiapais @ 8:07 pm

santodomingo41

Carlos Arturo Guisarre

Con la crisis mundial apretando a República Dominicana, lo que trae como consecuencia la pérdida de empleos, miles de personas de Santo Domingo y el interior del país han identificado la opción de vender cualquier cosa en las calles, desde goma de mascar hasta estuches para teléfonos celulares.

Esta es la modalidad económica que los despedidos de las zonas francas han adoptado, con los fines de no dejar a sus familias morirse de hambre.

Los conductores de Santo Domingo ven la proliferación de comerciantes improvisados como un obstáculo más del ya recargado tránsito que se congestiona con facilidad en la zona metropolitana. Tienen razón los conductores al molestarse de que un individuo camine en el mismo medio de la avenida ofreciendo tarjetas de llamadas o aguacates, pero también es necesario sensibilizarse y reflexionar acerca de las pocas opciones con las que esa persona cuenta para alimentar a sus hijos.

¿A quién le gustaría trabajar en medio de la calle, con el riesgo de que le choque un carro, sin ingresos fijos ni proyectados y con una luz del sol que por demás es incesante?

La construcción, a parte de parecerse a una actividad de trabajos forzados, no paga más de RD$150.00 por día aunque la ley mande que el sueldo mínimo supere los RD$300.00. ¿Qué decir de la agricultura o la ganadería? Donde ningun trabajador ve RD$3,000 en un mes. Los nacionales haitianos sin documentación en regla ocupan estas plazas, ya que en su país la situación es más precaria, pero empuja a los dominicanos a buscar otros mecanismos de subsistencia que le permita comprar un pedacito del sueño americano (o por lo menos aspirar a él).

El costo de vender en la calle a la intemperie del clima y sin ingresos fijos conlleva a uno de estos comerciantes a vender a RD$30.00 lo que compran a RD$10.00, no osbtante, muchos no lo entienden.

La solución parece fácil: imponer una prohibición de estas actividades a decenas de miles de personas que viven, comen y respiran de lo que puedan comercializar al pie de los semáforos. De esta forma termina un problema, pero inicia otro: decenas de miles de personas incursionando al robo a mano armada, el narcotráfico y la prostitución o cualquier otra cosa que le señale el instinto primario de sobrevivir.

diciembre 2, 2008

La importancia de que los servicios públicos sean eficientes

Filed under: Uncategorized — economiapais @ 10:58 pm

Carlos Arturo Guisarre

Las economías capitalistas hace tiempo que comprendieron que las fuerzas del mercado, sólas, no son suficientes para traer bienestar y estabilidad a una sociedad. Empresas sin regulaciones, impuestos o subsidios no son capaces de mantenar a una ciudadanía fuera del caos. Por tal razón, es importante que el Estado recaude tributos, con fines de construir la infraestructura y ofrecer los servicios que el pueblo, en especial los de menor poder adquisitivo, necesitan.

La doctrina económica del neoliberalismo, que consiste en reducir los controles estatales en beneficio del funcionamiento de la libre empresa, ha sido un fracaso en todos los lugares donde se ha aplicado de forma abierta o encubierta, debido a que aumenta la distancia ya avismal que existe entre los ricos y los pobres. Dada esta circunstancia, los estados democráticos comenzaron a asumir la construcción de escuelas, hospitales y calles, de modo que las civilizaciones sean menos excluyentes para los empobrecidos y más seguras para los acaudalados.

Esta es la razón por la que los ciudadanos de todas partes del mundo pagan impuestos: buenas escuelas, buenos hospitales, calles en buen estado, servicios públicos eficientes, en fin, las cosas que faltan en República Dominicana. Esto sucede pese a que la presión tributaria que aplasta a la clase media tiene que superar el 25% (mal calculada), ignorando la Constitución de la República que señala que debe ser de un 15% como máximo.

El problema eléctrico carga con la principal causa de que el país pierda la partida en el juego del comercio internacional, con el aumento de las importaciones en detrimento de las exportaciones y el resto de la producción nacional, pero escuelas que se caen a pedazos, hospitales que dan vergüenza y calles intransitables también comparten una porción de la responsabilidad de que República Dominicana sea cada vez más dependiente.

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